Ejercicio matutino
Ayer vi la obra de teatro La colmena, me pareció estupenda pero de igual manera me conmovió, esto último fue por dos razones principalmente: la primera por la temática de la obra (¿cuál será el final de esta "civilización"? ¿en qué nos hemos convertido?) y la segunda es por la pasión de los integrantes de esta puesta, el vestuario estaba delicadamente diseñado para conseguir sus objetivos. El hecho de viajar horas y horas para mostrarnos su trabajo y aún con todo el cansancio sonreír, tener disponibilidad al diálogo y presentarse como si fuera la primera vez es una prueba del profesionalismo de este elenco.
Al teatro acudimos Vladimir, Mónica y yo, nos sumergimos, por una hora y media aproximadamente, en el desierto, habitamos el lenguaje tecnológico, la sorpresa nos invadió. Al salir, la ciudad vivía una tragedia, una barbarie y a nosotros, de alguna manera, la noche nos dejaba derrotados.
La memoria es nuestra salvación en este diluvio llamado vida.
Hoy ya no somos los de ayer.
Por cierto, las entradas a este blog son un ejercicio matutino, una especie de diario que pretende contar el día a día, nada más.
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