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Las tardes se tornan grises; melancólicas, las avenidas. Carrera interminable, estrategia precisa para burlar al destino, soy el alfil que apunta jaque mate. Agónicas las tardes se vislumbran desde mi ventanal. Soy prófuga, construyo un diálogo frente al espejo, pero fracasa mi discurso irónico atrapado en la rutina, mundo interior atestado de deseos y recuerdos fantasmales. Recreo la escena, me reconozco en esa mirada lasciva sobre mí, me siento amenazada y aturdida. Me impongo mis propias reglas en el tablero inmóvil.

(De Atajos para llegar a nadie)


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