VIII


La precisión de la arena marcó el fin; no hubo distancia alguna para salvaguardar algún recuerdo. Fue ahí donde habité otros nombres: Concepción, Hermelinda, Araceli, Graciela. Mientras la tarde se desploma, golpe tras golpe terminan con la infancia. No dejaron indicios de felicidad alguna, no existió ningún eco de nuestras voces. La casa se derrumba suavemente como alguna fotografía de múltiples repeticiones. Frente al horizonte, he concluido que no existen cortapisas para el porvenir; el ahora y mi tiempo vinimos de sitios distintos. Lo sé, mientras desabrocho mi vestido y espero lo inesperable.
(De Peldaños)

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